miércoles, 22 de marzo de 2017

EN LA GUARDIA DEL HOSPITAL PENNA


El tiempo está demorado en las caras dormidas de la gente, y también se detiene en el silencio del pasillo durante la madrugada. El tiempo no pasa acá en la guardia psiquiátrica del Hospital Penna.
Pareciera que hasta las urgencias y los accidentes dejaran de ocurrir, ni siquiera los ronquidos de Sergio o sus gritos cuando está despierto, ni siquiera el andar minúsculo de la señora Castro escapándose con su bolsito de mano por la puerta principal mientras los guardias toman mate, ni siquiera la presencia del psiquiatra modifica las cosas.
Mi hermana gira y gira en la cama y cada tanto me pide agua y dice que la van a asesinar si se duerme. Quién podría dormir así. Sergio en la habitación de al lado aporrea el tabique mientras mi hermana sigue dando vueltas en la cama. Dormite que son las tres de la madrugada!, le exijo, le grito con mi agotamiento, con mi nerviosismo, con mis ganas de no estar ahí al pie de su cama viéndola decir cosas que no tienen sentido, viéndola que no puede abrir los ojos por la medicación, viéndola ir al baño apoyada en mí. Dormite!, vuelvo a gritarle.

Hay dos realidades, la de ella  en la que unos hombres la persiguen y quieren matarla, y la mía que tengo que reflexionar para estar seguro de cuál es la verdad, de qué está ocurriendo. Sin embargo hay una consecuencia común en ambas realidades, quién podría dormir así. Quién.

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