jueves, 26 de mayo de 2016

UN MUNDO SOÑADO, reseña

Novela, 352 páginas, Salamandra.
distinguida con el Desmond Elliott Prize 2012

Hay libros que no sueltan.
Es decir, libros que no te permiten dejar de leerlos, o si tenés que hacer otra cosa estás deseando volver a ellos para ver como sigue la historia.
Hay libros que tienen la voz de un chico.
Dicen que los chicos no mienten, eso es lo que ocurre, entonces leer una historia narrada desde el punto de vista de un chico, tiene la brutalidad de la verdad lisa y llana.
Hay libros que además cuentan situaciones cotidianas y normales.
Que desprenden una tranquila normalidad que sacude.
Grace McCleen es una joven galesa que escribió un libro que no suelta, que tiene la voz de Judith,  una nena de diez años y que cuenta las cosas que esa nena vive ligada a un mundo, donde la religión es excluyente, donde el Armagedón, es decir el fin del mundo, está a la vuelta de la esquina.
Judith crea “Un mundo soñado” en su habitación. Con trocitos de telas, latas, cartones, alambres, vidrios y lápices de colores, esta chica tan particular y muy sensible, crece, y lo hace rodeada de estrecheces, tanto materiales como afectivas. Pero Judith también tiene esperanza como cualquier chico, que su papá le sonría y haga una caricia, y que también le vaya bien en el trabajo para que deje de angustiarse. Su mundo soñado.

Estructurada en capítulos breves, organizada en V libros (hay un guiño bíblico en ello), los diálogos que Judith sostiene con la maestra, con sus compañeros, con los vecinos y con dios; motorizan la novela. El lenguaje es simple y transparente. Un libro para el asombro, que se disfruta y obliga a reflexionar.

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