martes, 30 de septiembre de 2014

DÍA 2 - CRÓNICAS de un soldado sin guerra - 1982

Con mucha satisfacción anticipo la edición del libro para el mes de Diciembre de este año, acá la tapa y solapa, y párrafos del mismo.


DÍA 2

Cada vez somos más y más, y las filas se alargan de manera alarmante: para ir al baño, para tomar el rancho, para almorzar o para merendar, vivorean nuestros cuerpos aguardando su turno, no hay ganas, muchas veces no las hay, pero qué alternativa puede haber, cuestiones que nunca valoré, como ser, una ropa limpia y planchada, un desayuno a mano y sin espera, una pausa en el despertar o al acostarse, gritan en estas filas su ausencia de ser inacabables. Me pregunto qué estarán haciendo en casa, son las dos de la tarde y es jueves, si estuviera en Bahía Blanca seguramente estaría yendo a la universidad, andaría en estos momentos caminando por la avda. Alem, mirando chicas, no estaría preocupado por tener que anticiparme a una multitud –todos intentando anticiparnos a nosotros mismos– para llegar a tomar el rancho; así es hoy en una ciudad desconocida, con gente nueva y extraña, con calles diferentes, sin alegría. Hacemos las cosas con precaución, y más que hacerlas con cuidado, en realidad las hacemos con un temor que se palpa y es que no queremos llamar la atención, que de nuestros superiores surja un nombre, nuestro nombre. El cabo primero Costas es un tipo que se hace el amistoso –no confío en él–, el subteniente De María quiere parecer serio, pero su edad, muy próxima a la nuestra, lo desautoriza por más que tenga voz grave y nos grite, y cuando lo hace se eleve y balancee con los pies, aunque no sonría, su cara lampiña, sus ojitos claros, sus orejas rosadas nos inspiran gracia, no subordinación.